Ellas Lideran - Entrevista con Elia Rosales, Commercial Transformation Director

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November 20256 min read
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“El poder del autoconocimiento para conquistar tu mundo” 

Elia Rosales profile photo

Este es el séptimo artículo de Ellas Lideran, y confieso que, mientras más historias conocemos, más clara se vuelve la fuerza transformadora que tienen las mujeres que deciden vivir —y liderar— desde lo más profundo de su autenticidad.

La historia de Elia Rosales no solo es poderosa, es brutalmente honesta. Una historia que atraviesa sacrificios familiares, techos de cristal, momentos de culpa, orgullo, reinvención y mucha, muchísima introspección.

Elia no es solo una mujer brillante que ha desafiado los estándares en industrias tradicionalmente masculinas, es una líder que ha entendido que el verdadero éxito no se mide en puestos, sino en la capacidad de reconocerse, transformarse y volver a empezar, incluso desde cero, cuando el alma lo pide.

Este artículo no es una cronología. Es una invitación a mirarnos por dentro. A entender que el autoconocimiento puede ser la herramienta más poderosa para construir una carrera sólida, auténtica y profundamente humana. 

Aprender es herencia… y responsabilidad 

Desde la Ciudad de México, en una familia de maestros de escuela pública, nació Elia Rosales: una niña inquieta, curiosa y con un objetivo grabado en el alma, heredado de su padre: “Happy family, happy life”. Crecer rodeada de libros y pizarrones la llevó, desde muy temprano, a sentir la responsabilidad del aprendizaje como un acto de amor. “Desde muy chica supe que el conocimiento abre puertas… pero más tarde aprendí que la inteligencia emocional sería clave”, confiesa.

Durante la secundaria y la preparatoria, mientras sus hermanos optaban por opciones vocacionales, ella luchó por abrirse camino: obtuvo becas, trabajó y pagó parte de su universidad en el Tec, gracias al esfuerzo de su madre, quien duplicó jornadas, y al empeño de Elia al entregar parte de sus ingresos. Todo mientras definía, desde esos años, que quería tener su propio departamento antes de los 28, viajar por Europa de mochilazo y, a los 31, manejar un Mercedes blanco. Lo logró todo. “Siempre tuve metas claras y determinación para cumplirlas”, me dijo Elia con ojos decididos.

Ese primer contacto con la independencia financiera la marcó: a los 23 años era la primera mujer en liderar un equipo de ventas, en un terreno dominado por hombres dentro de la industria refresquera, sin darse cuenta de que estaba rompiendo moldes. Su voz directa, su claridad al pedir mejoras en rutas y sus ideas para aumentar eficiencia la hicieron destacar. “Jamás tuve pelos en la lengua”, confiesa, y fue esa honestidad la que le permitió ser reconocida por los altos mandos, aun empezando a muy corta edad.

Trabajar en una gran compañía global —la primera de muchas— la enfrentó a un mundo corporativo lleno de jefes que la retaban para medir su resistencia, oficinas sin baños para mujeres y líderes que abusaban del humor machista. Años después lo resumiría así: “Siempre tuve miedo de no ser suficiente”, una frase que punza en quien ha estado en entornos que exigen sin construir. Elia se mantuvo siempre estudiando, preparándose, autoexigiéndose más. Hoy presume con orgullo haber cursado cuatro de las cinco certificaciones de la Ivy League que se propuso desde joven… y actualmente está cursando la quinta.

Su inteligencia matemática siempre brilló, pero años después reconoció que el conocimiento técnico no es suficiente si no entiendes tus emociones. Por eso aprendió que la inteligencia emocional no solo es necesaria: es lo que permite sostener el éxito con humanidad. 

Autoconocimiento como brújula 

Después de 22 años, Elia tomó una decisión que muchos temen: salió del lugar que la definía. “Mi nombre era mi puesto”, reflexiona. Aquella salida la confrontó: descubrió que su liderazgo se basaba en el miedo de los demás, no en su genuino poder interior. Entró en terapia, leyó libros que transforman (como Hazlo con miedo y La maestría del amor) y se obligó a desmantelar las etiquetas con las que juzgaba a quienes la rodeaban. En ese proceso, reconoció que había sido intolerante con quienes no consideraba suficientemente inteligentes, y que su forma de hablar desde el miedo no servía a su propósito.

Su carrera se reconfiguró. Abrió nuevas etapas: desde la tecnología hasta liderar consultoría estratégica y asumir una jefatura de transformación digital en plena pandemia. Enfrentó nuevos retos y jornadas agotadoras que desembocaron en un burnout. “Terminaba los viernes a la 1 a. m. y no sabía delegar”, recuerda. Pero fue también en esos momentos donde aprendió que el éxito profesional pierde sentido si atropella tu salud, tu familia o tu serenidad.

Elia aprendió a conocerse, a defender lo que es, lo que quiere y lo que disfruta. Gracias a ese proceso, dejó su último trabajo para aceptar su posición actual: Directora de Transformación Comercial en una industria que conoce, en un puesto que la reta, dentro de una cultura que finalmente hace match con sus valores. Un espacio donde puede seguir aprendiendo de ella misma, liderar con el ejemplo y desafiarse todos los días.

Si algo define su liderazgo hoy es la conciencia profunda de su vulnerabilidad… y la fuerza que nace de ahí. Ahora sabe: el verdadero poder no está en “cumplir cuotas de mujeres”, ni en vestir cargos como trofeos. Está en soltar lo que te destruye por dentro, en vivir desde tu esencia y en liderar desde ahí. Porque, como le recordaba siempre su padre, la clave está en tu entorno familiar… pero también en tu mundo interior: “Si estás bien, puedes hacerlo todo.” 

La vida sorprendió sus planes 

Desde muy joven, Elia tenía claro que no se iba a casar. Quería una vida profesional brillante, sin tener que justificarla ni compartirla. “Los niños siempre fueron mis amigos, pero los dramas románticos no eran lo mío”. Hasta que conoció a Gerardo, su esposo. Ocho años de noviazgo después, se casaron. Aun así, su plan no incluía tener hijos… pero la vida tenía otros planes.

“Dios me mostró que sí debía ser mamá”, dice con ternura. Hoy, Elia es madre de dos hijas. Una madre presente, que apaga el celular del trabajo en las tardes, que respeta los momentos clave de su familia, y que ha creado, junto a su esposo, una dinámica de corresponsabilidad admirada por quienes la conocen. “No he sacrificado nada, pero sí he elegido dejar cosas. Y eso también es valentía”, me comentó. Cuando trabajaba en Monterrey, comprendió que dirigir una empresa no era su meta final. “Jamás iría por una Dirección General” —asegura—, porque quiere vivir su vida sin sacrificar su rol de mamá. Hoy alterna viajes de trabajo con fines de semana en casa, donde se entrega por completo a su familia. 

Mensaje a las mujeres con búsqueda de más 

Para Elia, el consejo más importante para las nuevas generaciones es este:

“Conócete. No trabajes para tu siguiente puesto, trabaja para disfrutar el que tienes. Aprende de ti, porque cuando lideras desde el autoconocimiento, lideras desde tu mejor versión.”

Ella lo tiene claro: no se trata de trabajar para complacer, ni de vestir cargos como trofeos. Se trata de construir una carrera que tenga sentido para ti, con decisiones alineadas a tu bienestar, con metas personales tan importantes como las profesionales, y con la humildad de saber cuándo transformarte.

Cerrando con broche de oro 

La vida de Elia Rosales demuestra que el éxito no es solo reconocimiento externo: es reconciliar tus roles con amor y coherencia; es gestionar tus emociones tanto como tus resultados; es tener el valor de reinventarte cuantas veces sea necesario. No para llegar a la cima… sino para disfrutar el camino.

Este es el legado vivo que deja una mujer que creció levantando pedidos de refrescos en un camión, que derribó esquemas, que gritó sus verdades, se cayó, enseñó a levantar a otros, y hoy dirige no por cargo, sino por convicción.

Atrévete. Conócete. Lidera desde tu verdad.

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